La esponja

¿Os habéis preguntado alguna vez cuál es el trabajo más aburrido y repetitivo del mundo? Yo a menudo me lo pregunto: paso revista a todas las células que conozco y pienso en sus ocupaciones, en cómo pasan sus días desde que se despiertan hasta que se acuestan. Y, en muy poco tiempo, puedo encontrar una lista interminable de profesiones monótonas: enterrador, mucama, camarero en un fast-food, basurero, taxista, investigador en física computacional... Pero cada vez que lo pienso me convenzo rápidamente de que el premio al "trabajo más aburrido" se lo lleva sin duda el periodista político.

Quiero decir... es extremadamente aburrido leer los artículos de la sección de política de cualquier periódico: imaginad lo que debe ser escribirlos! No sabría decir si en los lugares y en la época en que vivís, queridos lectores, las cosas son diferentes que en esta esponja. Pero para nosotros, desde que se han desarrollado los organismos multicelulares, la prensa repite todos los días exactamente lo mismo. Todos los días la misma historia. El mismo debate entre las células que producen y las células que protegen: de la izquierda provienen las protestas de los coanocitos; a la derecha las mismas protestas son rechazadas por los pinacocitos.
A la izquierda, los coanocitos pasan sus días filtrando el agua de este océano en busca de algún microorganismo o de alguna partícula orgánica que pueda alimentar a nuestra esponja. Admito que debe ser realmente agotador mover los flagelos y, eventualmente, extenderse para detener el alimento. Reconozco que, con una tarea tan onerosa, algunas quejas son totalmente justificadas. Por otro lado, también debemos reconocer que las protestas de los coanocitos han empezado a perder credibilidad, considerando las (quizá demasiadas) declaraciones totalmente sin sentido que suelen hacer.
Y si yo las defino “declaraciones sin sentido”, imaginad lo que podrían pensar los pinacocitos! Los pinacocitos son las células que están a la derecha y que forman la estructura externa de la esponja. La arquitectura de su revestimiento tiene muchos poros y ellos, mediante el control de estas aperturas, permiten que el agua del océano pueda entrar en el espongiocele, es decir la cavidad interna de la esponja donde ocurren los intercambios alimenticios. En la práctica, podemos decir que los pinacocitos son los que dan trabajo a los coanocitos. Y también podemos decir que, aunque los pinacocitos insisten en subrayar la importancia de su función dentro de la esponja, su única tarea se reduce a esto: permanecer tranquilos y relajados, asegurándose de que todas las células a su alrededor tengan trabajo. No les importa de qué ocupación se trate o cuán pesada pueda ser: su único objetivo es ver a los demás trabajando!
Y no hace falta ser un genio para entender hasta qué punto irrita esta filosofía de vida a quien pasa largos días esforzándose para darles de comer. Los coanocitos están tan enfadados que ahora ya no pueden callar más, ni siquiera por un minuto. El problema, sin embargo, es que las propuestas inteligentes las han agotado hace ya tiempo...

Y en un contexto así, ¿qué nos queda a nosotros? Nada más que un debate sin fin y una sociedad que no cambia en absoluto!
Cuando vivíamos en colonias de organismos unicelulares, todos estábamos firmemente convencidos de que el camino para el progreso era el de la especialización celular. Todo el mundo estaba feliz y esperanzado de que, dividiendo las tareas y estratificando la sociedad, nuestra vida mejoraría inevitablemente. Pero ahora... Ahora echamos de menos aquellos momentos en que, aunque las cosas no fueran de la mejor manera, por lo menos nos era permitido albergar una cierta esperanza. Hoy en día ni siquiera tenemos eso!
No queda nada. Ninguna perspectiva. Sólo ilusiones.
Para ser sincero, quedan algunas células a contracorriente, cuyas ideas, después de todo, tampoco están tan mal. Pero hasta que estas células a contracorriente no tengan los amigos apropiados, hasta que no tengan conocidos importantes, sus opiniones no serán ni siquiera consideradas. Hasta que estas células a contracorriente no se unan a ninguna de las dos partes, su triste destino será el de no ser escuchadas. Aunque nadie tiene ni idea de lo que estas pobres células estén diciendo, todos gritan en contra de ellas! Desde la derecha gritan "ANARQUISTAS!". Desde la izquierda gritan, "APOLÍTICOS!" Todos les echan la culpa por el simple hecho de creer que su pensamiento es más complejo que una simple cruz en una papeleta!

Sin embargo, tengo que admitir que en esta sociedad, estas (pocas) células a contracorriente son a las que mayor estima tengo. A veces, incluso las envidio. Envidio su capacidad de creer en una política movida por la idea de un bien común. Envidio su capacidad de sentirse totalmente libres de expresar y de manifestar su proprio punto de vista. Envidio su convicción de que, en esta esponja, haya alguien que les escucha.
Envidio todo esto, que para mí es prácticamente imposible! Sigo viendo que estas células, a pesar de sus esfuerzos y sus intentos, no obtienen nunca el resultado que esperaban. Todavía veo que cualquier camino, fuera de la lógica del poder, conduce inevitablemente al fracaso.
Ya estoy convencido de que no puede existir una política totalmente desinteresada. Estoy convencido de que el político más hábil es aquel que, aun hablando de la igualdad de los ciudadanos y la paridad de derechos, se mueve exactamente en la dirección opuesta. Estoy convencido de que la única butaca desde donde se nos permite hacer política es la de nuestra casa, en la cual, en pijama y zapatillas, seguimos revisando sin inmutarnos las páginas de política, aburridas como de costumbre.

Será desilusión? Desconfianza? Escepticismo? Quién sabe ...
Tal vez todo esto es sólo una cuestión biológica. Tal vez la esponja no es un animal político, pero ojalá, con la Evolución, en un futuro...
En un futuro...
Ojalá...

1 comentario:

Jonàs dijo...

Molt bo, m'ha enganxat fins al final.
Bones vacances tio, cuida't!

Publicar un comentario